Bienamada fuerza Twilighter, bienvenida a una nueva entrega de Twilight Tuesday. En esta ocasión echaremos un vistazo a un tema bastante choteado, pero que no deja de ser interesante, con la esperanza de darle un nuevo enfoque: el rol de la mujer en la Saga.
Sí, todos hemos oído hasta el cansancio innumerables quejas acerca de la fuerte presencia del machismo a lo largo de la historia (para mayores detalles, sean tan amables de revisar el Twilight Tuesday del 15 de noviembre, “¿Qué están pensando las Haters ahora?”), así como la idea de que la Saga va completamente en contra de los derechos de la mujer. Sin embargo, ¿qué tanto de esto es auténtico y hasta qué punto es sólo prejuicios y ganas de molestar?
Para averiguarlo, empecemos con una pregunta básica: ¿cuáles son los derechos de la mujer? Veamos: en 1791 la francesa Olympe des Gouges redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana en pleno auge de la Revolución Francesa. Esta Carta pro emancipación e igualdad femenina propone, entre otras cosas:
Sí, todos hemos oído hasta el cansancio innumerables quejas acerca de la fuerte presencia del machismo a lo largo de la historia (para mayores detalles, sean tan amables de revisar el Twilight Tuesday del 15 de noviembre, “¿Qué están pensando las Haters ahora?”), así como la idea de que la Saga va completamente en contra de los derechos de la mujer. Sin embargo, ¿qué tanto de esto es auténtico y hasta qué punto es sólo prejuicios y ganas de molestar?
Para averiguarlo, empecemos con una pregunta básica: ¿cuáles son los derechos de la mujer? Veamos: en 1791 la francesa Olympe des Gouges redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana en pleno auge de la Revolución Francesa. Esta Carta pro emancipación e igualdad femenina propone, entre otras cosas:
I – La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden estar fundadas en la utilidad común.
IV – La libertad y la justicia consisten en devolver todo lo que pertenece a los otros; así, el ejercicio de los derechos naturales de la mujer sólo tiene por límites la tiranía perpetua que el hombre le opone; estos límites deben ser corregidos por las leyes de la naturaleza y de la razón.
VII – Ninguna mujer se halla eximida de ser acusada, detenida y encarcelada en los casos determinados por la Ley. Las mujeres obedecen como los hombres a esta Ley rigurosa.
XIII – Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración, las contribuciones de la mujer y del hombre son las mismas; ella participa en todas las prestaciones personales, en todas las tareas penosas, por lo tanto, debe participar en la distribución de los puestos, empleos, cargos, dignidades y otras actividades.
XV – La masa de las mujeres, agrupada con la de los hombres para la contribución, tiene el derecho de pedir cuentas de su administración a todo agente público.
XV – La masa de las mujeres, agrupada con la de los hombres para la contribución, tiene el derecho de pedir cuentas de su administración a todo agente público.
En otras palabras, libertad de expresión, igualdad de derechos, pero también de obligaciones, respeto a los derechos fundamentales (libertad, propiedad y seguridad). Un balance muy justo. Ahora, por favor, relean esta Declaración y digan qué artículos se quiebran en la Saga.
Ahora bien, este problema (la indecisión acerca del rol femenino) nos lleva a un conflicto mucho mayor, que rebasa los límites de la Saga. Por favor, aquí es preciso notar que en general, como sociedad y mujeres, hemos empezado a caer en un sobrefeminismo, una apología exagerada de la figura femenina, al punto en que gran parte de la magia que implica ser mujer es ahora mal vista y juzgada retrógrada. Qué mejor ejemplo que la maternidad. Hace no mucho los hijos eran considerados una bendición, un regalo, un tesoro inigualable para cuidar y proteger con amor. Sin embargo, hoy en día se les ve como un estorbo en la vida de la mujer y son por demás indeseables. No sé cómo funcionen las leyes en otras naciones, pero aquí en la Ciudad de México el aborto es legal, y una razón válida para que una mujer mate a su bebé antes de darle la oportunidad de vivir es “porque se opone a su proyecto de vida”. En otras palabras, que le estorba. Y basta decir eso en cualquier hospital para que el aborto pueda practicarse.
También se considera degradante dedicarse exclusivamente a ser ama de casa, olvidando que hacerse cargo del hogar es un trabajo más que digno, y bastante desafiante. Todo esto viene al caso por las actitudes que vemos en Bella principalmente en Breaking Dawn. Decide continuar con su embarazo a pesar del dolor y la certeza de que va a morir. Esto, que tantas feministas han tachado de ceguera y estupidez, no es más que un bellísimo gesto del amor más puro que pueda existir: el de una madre hacia su bebé. Bella decide postergar sus estudios para ajustarse a su nueva vida y nueva naturaleza. Bueno, pues yo supongo que no habría sido fácil cuidar a una recién nacida mitad-vampiro, mitad humana al mismo tiempo que se estudia para un examen de, por decir, Ciencias Sociales y simultáneamente se lucha contra la imperiosa necesidad de beber la sangre de maestros y alumnos. Quien pudiera hacer eso debería estar en el Olimpo con sus superpoderes. Era evidente que Bella no podía combinar su extraña maternidad, mucho, mil veces más importante que cualquier carrera en cualquier universidad, con algo tan mundano como los estudios. Y ni qué decir de la sed.
Entonces, ¿quién está peor, la que por amor a su familia y a ese pequeño ser que es mitad ella decide hacer una pausa en sus estudios (que no en su educación, porque las lecciones de vida enseñan más que un salón de clases), o la que en la búsqueda de su independencia es capaz de asesinar? Así que, feministas del mundo, abajo con la venda que tienen en los ojos y su argumento es inválido.
Hay otros dos puntos que me llamaron la atención al investigar para este artículo. El primero fue la excesiva manipulación que se nota en la Saga. Si nos fijamos veremos que Edward francamente controla cada movimiento de Bella en una serie de arranques de celos que vemos principalmente en Eclipse, cuando la pelea con Jacob está a todo lo que da. Por ejemplo, en la película llega al extremo de descomponer su coche con tal de detenerla, y ni qué decir de contratar a Alice como espía y niñera. Sinceramente, éste sí es un punto serio y delicado, cuya presencia es innegable. No sólo eso, sino que la manipulación es mutua, como pudimos ver en Eclipse, capítulo Selfish, por mencionar un ejemplo. La verdad es que el modelo de relación de Edward y Bella no es precisamente el más sano, la codependencia es excesiva y llega a niveles enfermizos. Asimismo aquí entra el otro punto que me brincó: el del miedo y dolor como afrodisíaco.
Esa presencia es también bastante notoria. Bella la refleja, por ejemplo, en su noche de bodas, cuando no sólo no le importaron los moretones, sino que estaba dispuesta a recibir más con tal de repetir la experiencia. Por supuesto, no se aleja del enorme peligro que representa la naturaleza de Edward, y su misterio y oscuridad le resultan atractivos. Por su parte Edward, en vez de poner fin al intenso dolor que le produce la fragancia humana de Bella convirtiéndola en inmortal, prefiere conservarla tal como es, quizá porque se siente mejor sabiéndose protector y responsable absoluto de su amada, no sabemos. El caso es que continúa junto al dolor físico y emocional a pesar de que tiene en sus manos el poder de terminarlo. Aquí sí ni modo, el argumento es cierto y las Twilighters tenemos la oportunidad de demostrar nuestro buen juicio ante el mundo al no dejarnos caer en una relación de este tipo.
Pero no todo es oscuro, ahora echemos un vistazo a las otras mujeres de la Saga, esos seres claros y hermosos que se han convertido en guías y amigas para muchos de nosotros. Pues hemos visto cómo Alice, esa pequeña duendecilla cuyo futuro había quedado destruido se sobrepuso a sus calamidades, sobrevivió a su padre, al manicomio, a James y se transformó en la hadita inmortal que tanto adoramos. Una criatura tan diminuta, que se convirtió en el único rayo de esperanza de un soldado fuerte, un hombre rudo, serio y resistente que sin embargo sólo pudo hallar consuelo y felicidad auténtica en esta hermosa mujercita. Y nadie puede atreverse a decir que Alice es en alguna forma débil o dependiente, sino todo lo contrario; es ella quien guía no sólo a su marido, sino a Edward y a toda la familia con esa voluntad férrea y mágica.
O Rosalie, ese canto a la belleza, que aunque sufrió horrores por los que nadie nunca debería pasar logró encontrar el poder para vengarse, y no sólo eso: ella le salvó la vida a Emmett. ¿Qué mayor muestra de poder femenino, que el que fuera una mujer quien ejerciese el poder de decidir sobre la vida de su hombre? Rosalie fue ascendida al plano celestial por Emmett, quien recuerda la experiencia de ser salvado por Rose como “un ángel que lo llevaba con Dios”. En esta relación, Rosalie incluso llega a ser la dominante, la figura superior, y aunque la devoción sin lugar a duda es mutua la presencia de Rose es notable.
Y qué decir de Esme, la concentración misma de la pureza y el amor, que encontró en su maternidad el coraje que necesitaba para huir de Charles, una mujer adelantada a su época, que decía su opinión y sus deseos sin tapujos, rebelde y visionaria, y que finalmente es recompensada con el amor de su adolescencia y no uno, sino seis hijos. Esme es un poder discreto pero inquebrantable, cuyas dulces palabras son obedecidas por toda la familia y que incluso en Jacob, un lobo aparentemente enemigo, provocan emociones. Él mismo dice en Breaking Dawn que pese a la juventud de Esme algo en su expresión le recordaba a su propia madre, y lo vuelve dócil ante ella. Aquí vemos un control suave, un encanto involuntario que conquista con amor, cuidados y ternura, en vez de regaños, castigos o amenazas.
La más pequeña integrante de la familia Cullen, Renesmee, también hace gala de madurez más allá de su corta edad, una plena consciencia del bien y el mal que ya quisieran muchos adultos. Renesmee es la prueba de que una mujer, por joven que sea, puede ser brillante, centrada y prudente, que eso de pensar que las niñas valen menos sólo por ser pequeñas no es más que un disparate, que la mujer desde la cuna está destinada a algo grande y que la madurez no está en los años, sino en el corazón.
No podemos dejar atrás a Leah, nuestra hermosa chica lobo, que debe enfrentarse a la dura prueba de estar completamente inmersa en un ambiente masculino y logra desenvolverse de maravilla. Leah es miles de mujeres de nuestra era, que llegan a un mercado laboral invadido de hombres que les bloquean el paso, pero aún así ellas consiguen abrirse camino y mostrar cuánto valen. Leah además consigue toda esta superación con un corazón roto a cuestas, un amor pisoteado en el que nadie repara y que ella se ve forzada a reparar completamente sola. Va sanando, poco a poco, pero lo está logrando. Tiene confianza en sí misma y es el ejemplo para no darnos nunca por vencidas, no importa cuán oscuro se vea nuestro futuro, somos capaces de enfrentarlo.
Y Jane, ¡Jane! De una villanía quizá mayor que la de Aro, que ha experimentado un sufrimiento más allá de nuestra imaginación, pero que es inquebrantable. En su dolor encontró su poder, en su pena su fortaleza, y con el paso de los siglos se ha ido fortaleciendo hasta volverse el rayo inquebrantable e invicto que todos conocemos. Tiene el corazón y la cabeza en su lugar, sabe lo que es la gratitud y la lealtad a la Familia que salvó su vida y la de su hermano, valora que se les haya dado un espacio en el grupo más poderoso de la Sociedad vampírica y los colma de orgullo. Su talento natural se ha ido ensanchando gracias a su propia perseverancia, a su capacidad de aprender, a su innegable inteligencia. Jane, como Alice, es inmenso poder concentrado en una diminuta figura, porque de lo bueno poco y Jane vale sus siglos en oro.
Ahem, ¿y dónde está la mujer sumisa y débil, ahogada en la misoginia de la Saga…?
En suma, la Saga Twilight nos muestra a todas las mujeres que es posible ser: la chispeante energía de Alice, la discreción de Bella, la sensualidad y belleza de Rosalie, el amor y protección de Esme, la ternura de Renesmee, la fiereza de Leah, la lealtad y letalidad de Jane. Objetivos y naturalezas distintas, sentimientos, motivaciones y cuerpos variados. Un hermoso abanico de maravillas, cada una especial y única, hermosa a su manera, e inolvidable… exactamente como cada una de nosotras.
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