jueves, 1 de diciembre de 2011

Clásicos Sedientos de sangre

fuente: LaRazón



Del primero al último, de Murnau, chupasangre mudo, a los adolescentes de «Crepúsculo»
Del primero al último, de Murnau, chupasangre mudo, a los adolescentes de «Twilight»
Ninguna criatura ha evolucionado tanto desde su nacimiento literario. Este volumen nos recuerda, reciente aún el taquillazo de «Breaking Dawn Parte 1», cómo los imaginaron los autores clásicos
Digámoslo sin ambages: en un momento en el que la figura del vampiro se ha degradado (¡si Bram Stoker levantara la cabeza!) hasta el extremo de convertirse en un adolescente norteamericano que va al «insti» y se angustia a la luz del día no podemos por menos que celebrar la vuelta a las oscuras raíces del mito. Afortunadamente, en esta maravillosa antología seleccionada por Óscar Sáenz y Rosa Samper e ilustrada por Meritxell Ribas volvemos a sentir los genuinos escalofríos de siempre. Y si en este viaje a las tinieblas nos acompañan nada menos que autores de la talla de Baudelaire, Byron, Conan Doyle, Dumas, Gautier, Gógol, Hoffmann, Maupassant, Edgar Allan Poe o Polidori, el perverso placer del lector está asegurado.
¿Qué tienen en común todos estos relatos? Digamos que el propósito de la antología es mostrar los inquietantes perfiles del vampiro antes de que Stoker acuñara para la posteridad su marca canónica. Aun procediendo de distintas tradiciones históricas y literarias, si algo se pone en evidencia en todos estos textos es la extraordinaria e inagotable capacidad de fascinación de la condición vampírica, ese ser inquietante y de sexualidad ambigua cuyo terror parece emerger justamente de lo más hondo de nuestra psique, de nuestros temores más viscerales. Sin duda, la antología acierta, entre otras cosas, en mostrar la capacidad de metamorfosis de la figura y su variada tradición.
Acierta también la recopilación en arrancar con «Las metamorfosis del vampiro», de Charles Baudelaire, el célebre poema publicado en 1857 y censurado de «Las flores del mal»; «El giaour», de Lord Byron, es el segundo texto escogido, un poema, que data de 1813, en el que el autor romántico ensaya su aproximación al vampiro tras un viaje a Turquía. Es también Byron, como es sabido, quien invitó al matrimonio Shelley y al doctor Polidori, a la sazón su médico personal y secretario, a dar rienda suelta a su imaginación más calenturienta durante una noche memorable y cuando menos literariamente intensa. De hecho, es justamente «El vampiro», el magnífico relato escrito por Polidori durante esa velada, y que servirá para establecer la imagen definitiva del vampiro en Bram Stoker, el que cierra el volumen. En él el personaje principal es Lord Ruthven, un sofisticado y seductor aristócrata muy parecido a Lord Byron que, además de frecuentar los círculos más selectos de Londres, tiene la extraña costumbre de beber sangre.
Joyas góticas
¿Y qué decir de joyas tan deslumbrantes de la literatura gótica como «Berenice» de Poe (en traducción de Julio Cortázar), «Vampirismo» de Hoffmann o «La muerte enamorada» de Gautier? Simplemente, obras maestras que nos ayudan a acercarnos al mito y que apuntan a un misterioso umbral en el que los valores sociales y morales convencionales dejan de servirnos de ayuda.
¿En dónde radica el magnetismo del vampiro? Se suele convenir que la literatura de vampiros nace en un momento de mutación histórica, de cambio de valores. Allí donde los viejos señores feudales son arrumbados por la nueva burguesía puritana emerge un nuevo imaginario de cuño romántico desde el que el viejo aristócrata ocioso ya no encuentra su lugar en ningún sitio recomendable, al menos desde las normas de la salud pública. No hay que olvidar, por último, cómo dentro de nuestro régimen biopolítico –en el que el poder nos «hace vivir» buscando nuestra salud incluso a pesar nuestro– y el cuerpo se autonomiza como dato fundamental, el vampiro ilustra a la perfección nuestros miedos y ansiedades.
De ahí que el vampiro sea, por así decirlo, la versión metafísica y tóxica del hombre (ahora) parásito del «Ancien régime». Como ha señalado el teórico Boris Groys: «Para el público de masas, el vampiro ya era desde hacía bastante tiempo la última y odiosa encarnación demonizada de la alta cultura aristocrática en el medio democrático de los vivos».
Sobre los autores
Charles Baudelaire, Lord Byron, Edgar Allan Poe, Alejandro Dumas… Se trata de grandes clásicos de la literatura seducidos por el género de vampiros y que, condensados en este exquisito volumen, ofrecen una lectura única sobre el género
Ideal para…
lectores amantes de la literatura de terror y, por supuesto, de los vampiros. Indispensable en la biblioteca de esa legión de fanáticos de los también denominados     «no muertos»
Un defecto
Aunque no pretende ser exhaustiva, como subrayan los antólogos, en esta selección quizá se echa de menos algún que otro relato importante que debería estar presente en  estas páginas
Una virtud 
Aparte de la espléndida edición y de las ilustraciones, la novedad de la antología reside en brindar al lector las miradas previas a la figura del vampiro, antes de ser fijada en la memoria colectiva la lectura clásica de Bram Stoker. Es,  pues, Drácula antes de Drácula
Puntuación 8

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